Por: Ulises Sanher
A más de 2 años del inicio de pandemia, el avance de investigaciones, la presencia de vacunas y la responsabilidad de la mayoría de la población podemos decir que estamos ¨más preparados¨ para afrontar al COVID y sus respectivas variantes, cabe mencionar que el acceso a información así como a inoculación no es igualitaria en el mundo, los países en desarrollo y las comunidades vulnerables continuan siendo los más afectados, como siempre, pues la salud va relacionada con el nivel económico aún a inicios de 2022, por más ridículo que se lea.
Las recomendaciones sanitarias de qué hacer cuando se presenta un cuadro de síntomas que indiquen la presencia del virus tampoco son sencillas o de acceso común, no todos pueden aislarse en casa, ya sea por espacio, comprar paracetamol, mascarillas, gel antibacterial y demás insumos necesarios para sobrellevar la enfermedad y prevenir el contagio con aquellas personas que convivimos en casa, no es tan sencillo de lograr para la mayoría de la población, hablando de México y muchos de los países latinoamericanos, ni hablar de Haití, Congo, Burundi, entre otros, y la triste realidad de no tener siquiera al 1% de su población vacunada.
Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente nos preguntamos ¿por qué el virus muta y sigue avanzando?, como seres sociales la reclusión no forma parte de nuestra naturaleza y cuando nos hemos sentido ¨seguros¨ hemos roto la barrera protocolaria de protección para aglutinarnos en actividades que no respetan la sana distancia ni los cuidados mínimos, la creciente ola de contagios actual es el resultado esperado de la época decembrina, reuniones familiares, abrazos y acercamiento con aquellos que amamos, no todo recae en las autoridades, por más que se politice el tema la realidad es que irresponsables hemos sido todos y de todos es la consecuencia.
Queremos salir, volver, nunca antes la nostalgia del ayer había sido tan real como ahora, acceder a recuerdos cuando un estornudo significaba solamente decir ¨salud¨ y no el temor de hoy cuando descubrimos que aquel que estornudó no está usando mascarilla, lejos de generar empatía la pandemia nos ha segregado y cada vez somos más egoístas, se entiende que nuestra primera línea siempre va con la familia, amigos y aquellos que consideramos cercanos pero no podemos ser tan antipáticos con el resto del mundo, reconocer privilegios no es presunción es un ejercicio de honestidad para saber que no todos tienen o cuentan con los mimos beneficios que los propios, es darnos cuenta que la única manera en que se sobrellevan problemas de este nivel, no es quitar derechos, es reconocer y luchar porque la gran mayoría los tenga, la utopía del pensamiento colectivo comienza a hacerse real cuando podemos mirar al de lado sin juicios previos ni el estigma que nos caracteriza, vacunarse es un ejercicio de empatía común, sabemos que tienes el derecho de hacerlo o no, sólo te pedimos que haciendo un poco de conciencia si tienes la oportunidad y acceso, por favor VACÚNATE.